Una de las mejores experiencias que he vivido ha sido visitar un santuario de elefantes.
Cuando me decidí por ir a Tailandia, supe que una de las visitas aseguradas sería un santuario de elefantes. Ver animales allá donde voy es algo que me gusta bastante (aunque a veces imponga), así que tenía que verlo por mí misma sí o sí.
Aunque sí había visto elefantes en libertad de safari en Tanzania, por supuesto no me había acercado tanto como me acerqué en el santuario.
Mi primer dilema vino a la hora de buscar santuario, teníamos muy claro que queríamos uno que fuera respetuoso con los elefantes, eso implica, entre otras muchas cosas, nada de subirse en ellos. Por recomendaciones varias, dimos con el santuario al que ir: Elephant Jungle Sanctuary.
Es posible reservar en su web así que cogimos todo por adelantado (aunque también podríamos haberlo cogido desde allí). Fue bastante cómodo porque nos vinieron a recoger al hotel y nos dejaron de vuelta también.
Nos recogieron en un jeep y nos llevaron hasta el santuario, el camino fue algo más de una hora y cada vez veíamos más selva y naturaleza a nuestro alrededor. Al llegar nos explicaron que tenían varios campamentos para poder recuperar poco a poco a los elefantes (todos los que tenían habían estado antes haciendo trabajos forzosos, en circos…). Nos explicaron un poco acerca del comportamiento de los elefantes y antes de empezar a interactuar con ellos nos lavamos las manos.
Primero les dimos de comer con una vaya entre medias, para ir acostumbrándonos a ellos y que ellos se acostumbraran a nosotros. Luego entramos en su recinto y pudimos tenerles mucho más de cerca. No voy a negarlo, son animales imponentes y a ratos daba una sensación extraña tener un animal tan grande tan cerca.
Después de un rato así en seguida fuimos a bañarles, nos avisaron de que no podían asegurar que los elefantes quisieran bañarse ni tampoco durante cuánto rato. Los elefantes deciden cuánto rato y cuándo quieren estar en el agua. Nosotros pudimos disfrutar de por lo menos 20 minutos en el agua con ellos. La experiencia fue alucinante.
Personalmente me parece que esta es una experiencia única en la vida, me parecieron bastante respetuosos con los animales y disfruté como una niña pequeña.